Tsukimi, el festival que contempla a la luna
¿Alguna vez te has quedado contemplando la luna? De niños, e incluso algunos adultos, llegamos a apreciar figuras en ella. Algunos ven un rostro, otros la figura de una persona, y otros, un conejo.
Esto es algo independiente de la cultura, religión o creencias populares, es un fenómeno que podemos apreciar en cualquier parte del mundo. Tenemos miles de historias acerca de estos seres de la luna, desde hombres desterrados por dios, hasta conejos que comen queso.
Los cuentos varían según el lugar y lo que vean las personas, convirtiéndose en parte de la cultura, como es el caso de Japón, donde incluso cuentan con una celebración referente a esto.
Tsukimi
El Tsukimi, al igual que otras costumbres y celebraciones japonesas, está inspirado en la cultura China, y se trata de un festival en el cual las personas se dedican a admirar la luna. Así de simple como suena.
Por supuesto, esto viene acompañado de la admiración por distintas obras de arte, así como la creación de poemas durante el festival. Es una ceremonia sencilla, pero llena de significado, muy diferente a los demás festivales, conocidos por los múltiples fuegos artificiales y su mercado nocturno.
El Tsukimi tiene lugar según el antiguo calendario lunar, por lo que cambia de fecha cada año, dependiendo de en qué noche salga la luna llena. Este año, tendrá lugar el 21 de septiembre del 2021.
Es una festividad que busca agradecer a la naturaleza, mientras somos conscientes de su presencia y poder. También, tiene como propósito agradecer por las cosechas, ya que esta luna sale a mediados de otoño, cuando ya se están cosechando los cultivos.
El origen del Tsukimi
Si bien el Tsukimi busca hacer algo tan normal como es el agradecer a la naturaleza por las cosechas, el buen tiempo y la suerte, su origen tiene un significado más mitológico, el cual te explicaré a continuación.
La leyenda del Tsukimi
Resulta que, hace mucho tiempo atrás, Buda renació en un conejo. Él era muy feliz con su nueva vida, tan conectada a la naturaleza, y mantenía una buena amistad con una nutria, una zorra y un mono.
Pero, a pesar de haber dejado atrás su vida humana, Buda, en su nuevo cuerpo, aún quería ayudar a los humanos, sintiéndose en el deber de ayudar a los menos favorecidos. Es ahí cuando, junto con su grupo de amigos, decide comenzar una pequeña tradición de juntar mucha comida cada uno, durante las lunas llenas, para ofrecerlas a quien lo necesite.
Lamentablemente, siendo solo unos animales, solo podían traer lo que pudieran cargar, además de ser el tipo de comida que ellos mismos comerían. Por esta razón, la nutria llevó un pescado, el mono un plátano, y la zorra un cervatillo.
El conejo, por su parte, no fue capaz de traer nada, ya que solo comía hierbas, cosa que no servía para darles de comer a las personas, así que llegó con las patas vacías y, sintiéndose mal por ello, decidió ofrecerse a sí mismo como alimento.
Al oír sobre su sacrificio, el Rey de los cielos creó una gran fogata, que serviría para asar la carne del conejo. Buda no dudó ni un minuto en entrar a la fogata, deseando que muchas personas pudieran beneficiarse de su carne, sin embargo, su plan se vio frustrado al darse cuenta de que el fuego no lo quemaba.
El Rey de los cielos le había tendido una prueba, incrédulo de que la criatura fuera capaz de ir hacía su propia muerte, solo por ayudar a otros, por lo que al ver que su sacrificio era real y desinteresado, decidió premiarlo, conmemorando su sacrificio, al pintar su silueta en la luna, donde quedaría inmortalizado, para que todo el mundo fuera testigo de su valor.
Se dice en China que, gracias a esto, el conejo desarrolló la capacidad de ir hasta la luna, donde aprendió a preparar el elixir de la vida eterna, decidiendo esperar hasta el día en que la humanidad estuviera lista para ese obsequio.
Mientras en Japón nos cuentan cómo, estando ya en la luna, el conejo se dedicó a preparar mochi, que luego regalaría a los desafortunados que no pudo ayudar antes.
El dios de la luna
En otra leyenda, es el propio dios de la luna quien se disfraza como un hombre hambriento, quien le pide comida a los animales, siendo el conejo, nuevamente, quien se ofrece a sí mismo, sabiendo que el hombre no puede comer su alimento. Conmovido por el sacrificio, el dios de la luna se lleva el conejo con él, volviendo a los cielos, quedándose juntos para siempre.
La celebración
En Japón, se suele celebrar con amigos o familiares, observando la luna desde el patio de la casa, los parques, o en pequeños botes en las lagunas y mares, mientras se come mochi, el postre tradicional japonés que se menciona en la leyenda.
Últimamente más empresas turísticas ofrecen paseos en canoas o barcos, desde donde se puede apreciar la luna y su reflejo, en este festival. Incluso hay aldeas que deciden apagar todas las luces, de todas las casas, para poder disfrutar mejor de la celebración.
También se puede asistir a las reuniones públicas de los templos budistas, donde se hacen cantos y oraciones a Buda, recordando su sacrificio en su vida como conejo.
El tributo a la luna en otras culturas
La luna de cosecha, también conocida como luna de maíz, es una de las lunas llenas más importantes del año, ya que marca el tiempo exacto en que debe empezar la cosecha de ciertos alimentos, sobre todo el maíz, por lo que en su tiempo, cada cultura creó distintos ritos, fiestas o ceremonias para agradecer al astro.
A pesar de lo importante que fue esta luna para la humanidad, son muy pocos los países que aún mantienen estas tradiciones, entre los cuales, no podía faltar Japón.
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