Ningyo: Las sirenas japonesas
Las Ningyo, aunque están clasificadas como “sirenas”, no se parecen en casi nada a la imagen de bellas doncellas con cola de pez, a las que estamos acostumbrados en occidente.
Se trata de un yokai, una especie de monstruo, espíritu, o demonio japonés, según la versión. Así como la mayoría de yokai, las ningyo no son totalmente malvadas o benévolas, sino que, su carácter depende más de sus circunstancias, que de su especie.
La apariencia de las ningyo
Su apariencia cambia mucho dependiendo de la zona y la época, no obstante, hay una apariencia que es considerada la “original”. Esta consta de un pez enorme, de escamas doradas, que produce un ruido parecido al sonido de una flauta. La única parte “humana” que tienen, son sus bocas, y a veces el rostro entero, aunque se parece más a un mono, que a una persona.
Existen todo tipo de registros sobre avistamientos y pesca de las ningyo. Cuentos y leyendas contadas de madres a hijos, secretos y sustos que se cuentan entre los vecinos… Y, lo que más resalta, médicos que escribían sobre sus usos medicinales, con muchas pruebas al respecto.
Había tantas supuestas pruebas al respecto, que hasta el día de hoy se le considera real en algunas zonas de Japón. Sobre todo cuando hablamos de este tipo de ningyo en particular, cuya apariencia apenas es extraña, y puede pasar por un pez “normal”.
Por otra parte, otra de las formas de las ningyo es más parecida a la “típica sirena occidental”, es decir, mitad pez, mitad humano. Pero, no pienses ni por un segundo que se trata de una bella doncella, todo lo contrario, en cualquier versión de las ningyo, son terriblemente feas.
A veces hay escamas cubriendo parte de la piel humana, muchas malformaciones, rostros que parecen aplastados, con bocas enormes y dientes de pez. No importa en cuantas leyendas busques, la imagen de una sirena hermosa en Japón, no aparecerá.
De hecho, su apariencia es tan monstruosa, que la mayoría huye al verlas, por varias razones.
Las maldiciones
Si bien no suelen ser consideradas criaturas malvadas, las ningyo suelen traer consigo maldiciones, mala fortuna, o noticias terribles. El qué tan grave es depende de cómo hayas entrado en contacto con esta.
La manera más usual es pescando, muchos pescadores terminan sacando del mar, por error, a las ningyo. Acabar con su vida de esta forma puede traer una maldición que terminará matando al pescador, por ello, siempre devuelven el pez al agua.
Se dice que quienes le dan otra oportunidad de vivir a las ningyo, reciben grandes recompensas. Aunque en algunos casos, más que bendecir a la persona que le salvó, lo termina persiguiendo de por vida, como “agradecimiento”.
Relatan casos en los que las ningyo terminan en la orilla de las playas, al igual que otros peces, por las olas del mar. Esto puede significar que se aproxima un conflicto, o guerra.
Otro tipo de ningyo son las personas mitad dragón. Como se menciona en este post sobre los dragones japoneses, estos tienen cuerpos largos, como los de las serpientes, con patas que se asemejan a las de las salamandras, si es que las tienen. Usualmente no cuentan con alas y guardan relación con el elemento agua.
Por ello, las ningyo de este tipo, son sirenas con colas mucho más largas, que llegan a tener brazos y piernas delgadas justo antes de la cola.
La leyenda de la dama de 800 años
La leyenda nos cuenta sobre un pescador que vivió hace cientos de años, en las costas de Japón. Cierto día, pescó a un ningyo y, sin saber lo que era, decidió cocinar a este extraño y horrible pescado.
La idea que tenía era invitar a todos sus amigos, para jactarse de sus dotes para hallar especies exóticas. Pese a que este era el foco principal de la reunión, por el aspecto de la criatura, el pescador les prohibió la entrada a la cocina a sus amigos.
Uno de ellos no pudo resistir a la curiosidad, por lo que se escabulló para ver el tipo de pez que les darían. Al ver el pez de aspecto asqueroso y horrible, le contó lo sucedido a los demás, tomando la decisión de esconder los trozos de pez en su ropa, para aparentar que comieron.
Por suerte, el pescador no notó esto, y todos se fueron tranquilos a casa, botando sus trozos de pez en el camino. Sin embargo, uno de ellos, que se encontraba algo borracho, olvidó botarlo.
Al llegar a casa, su hija mayor lo recibió, preguntándole si acaso tenía algo para ella, cosa que él respondió dándole el trozo de pescado. Cuando recobró la consciencia, se asustó ante la posibilidad de haber envenenado a su hija, pero, nada sucedió.
Las cosas fueron quedando en el olvido, hasta que se dieron cuenta de algo, aquella chica no envejecía. Los años pasaron, ella se casó y tuvo hijos, quienes fallecieron de viejos, y aun así, ella seguía como una adolescente.
Terminó enterrando a toda su familia, y a algunas más que tuvo al paso de los años, hasta cumplir los 800 años, cuando, sin previo aviso, comenzó a envejecer. Algunos años después, la chica tuvo su final.
Esta leyenda es ampliamente conocida en Japón, y se dice que, sin importar el tipo de ningyo que se encuentre, todas tienen en la piel algo que detiene el envejecimiento de quien lo consume.
Comentarios (No)