La liebre de Inaba
Comenzamos el año del conejo del agua, el 2023, con un antiguo relato mitológico japonés, “La liebre de Inaba”. Se trata de una de las historias que se encuentran en la primera parte del Kojiki, el libro más antiguo de Japón, que recopila las historias de los dioses, algunos yokais, y un poco de historia.
Este relato ocurre en la provincia de Inaba, que hace mucho tiempo se convirtió en la ciudad de Tottori y sus alrededores. Y, según algunos eruditos japoneses, representa el inicio de la civilización japonesa y los buenos valores.
La ingeniosa liebre
Todo da inicio con el relato de una liebre de Inaba que necesitaba cruzar el mar para ir desde la isla de Oki hasta el cabo Keta. Por no querer complicarse demasiado en el camino, utilizó su ingenio para cruzar con más facilidad.
Se aprovechó de los orgullosos wanizame, una especie de tiburón con algunas características de cocodrilo que habitaban aquellas aguas. Para que cumplieran su propósito se jactó de tener la familia más numerosa y, por tanto, la más poderosa.
Hizo una apuesta con los wanizame, sobre quién tendría realmente la familia más grande de todas, cosa que los wanizame aceptaron de inmediato. Pero, para poder averiguar quién tenía más, la liebre de Inaba debía contarlos uno por uno.
Para esto, les pidió que se alinearán en una fila, dejando flotar sus cuerpos en la superficie, para así poder saltar sobre ellos y poder contarlos. Así, los wanizame no dudaron en hacer lo que la liebre les decía, sin darse cuenta de que estaban siendo usados.
No fue sino hasta que llegó a la isla que la liebre de Inaba se burló de ellos. Se rió diciendo que eran realmente tontos por creer aquello, mientras se felicitaba a sí mismo por cruzar tan rápido, y sin ningún problema.
Pero, para su desgracia, la liebre olvidó separarse lo suficiente del agua antes de burlarse, por lo que uno de los wanizame aprovechó de morderlo hasta dejarlo sin piel.
Derrotado, la liebre vagó un tiempo, buscando alguna manera de recuperar su piel, mientras pedía ayuda a los extraños.
El dios Ōnamuchi-no-kami
Ōnamuchi-no-kami, que era conocido como Ōkuninushi hasta ese momento, era una deidad con 80 temibles hermanos mayores. Todos ellos aspiraban a lo mismo, la mano de la bella princesa Yakami de Inaba.
En el camino hacia Inaba los hermanos se encontraron con la liebre, que ya había perdido su piel. Avergonzada, la liebre les contó su historia y les pidió consejo para poder recuperar su piel.
Pero, para su desgracia, todos los hermanos eran igual de inconscientes, y le dijeron a la pequeña liebre que se bañara en el agua del mar, para luego secarse bajo el sol. Esto, por supuesto, no hizo más que causarle mucho dolor a la liebre.
Fue el más joven, Ōkuninushi, el único en sentir pena por el pobre animal, dándole un consejo real para poder acabar con lo que le aquejaba.
Él le dijo que se bañara en la desembocadura de un río de agua dulce, y que después rodara por encima del polen de las totoras.
Gracias a este consejo, la liebre volvió a la apariencia normal, con cada pelo en su piel. Fue entonces que la liebre al fin mostró su verdadera forma, la de un dios. Esta liebre de Inaba decretó, en agradecimiento a Ōkuninushi, que él sería quien se casara con la princesa.
Sorprendidos, nadie podía creer que la princesa lo escogiera de entre todos los hermanos.
Los celos de los hermanos
Entre todos los hermanos de Okuninushi había varios que sentían grandes celos por su victoria, por lo que siguieron molestándolo después de esto. Según la leyenda, lo engañaron para que consiguiera el “jabalí rojo”, que en realidad, no era más que una roca al rojo vivo, que terminó por matarlo.
Su madre no fue capaz de aceptar su muerte, así que le pidió ayuda al gran dios Musubi, uno de los dioses de la creación. Gracias a él, pudo revivir a su hijo. Pero, las cosas no acabaron allí.
Con su malicia, siguieron engañando a su hermano, esta vez, para que caminara sobre un tronco abierto, el cual cerraron de golpe cuando Okuninushi pasó por allí. Nuevamente, su madre se encargó de revivirlo, recordándole que no debe ser tan ingenuo.
Finalmente, le pidió a su hijo que buscara al dios de la tormenta Susanoo, quien había sido desterrado al inframundo. Solo él podía darle consejos para mantenerlo con vida.
Sin embargo, allí no solo encontró a Susanoo, sino también a su hija, la hermosa Suseri-hime, que lo enamoró de inmediato.
Con el fin de separarlos, ya que no aprobaba su unión, Susanoo envió a Okuninushi a dormir junto a miles de serpientes. Por desgracia para Susanoo, su hija le había regalado a Okuninushi una bufanda que lo protegería de todo mal. Así, consiguió pasar la noche sin ningún problema, al igual que el día siguiente, en el que fue enviado a dormir junto a ciempiés y avispas.
Finalmente, sin más opciones, Susanoo le impuso una prueba a Okuninushi. En esta, debía buscar en medio de un prado enorme una flecha que él disparó. La fecha se hallaba a la mitad del campo, resultando ser una prueba muy sencilla.
Sin embargo, la verdadera intención de Susanoo era prenderle fuego al prado cuando él estuviera en la mitad.
Nada de esto sirvió, puesto que un ratón le mostró al dios Okuninushi un lugar seguro para pasar el incendio. Allí, se quedó junto a la flecha, que entregó al día siguiente.
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