La adicción al trabajo en Japón puede matarte
¿Has oído o usado la frase “me muero del agotamiento”? Pues en Japón, más que ser una frase, es una realidad. La adicción al trabajo en Japón es una cuestión tan grave, que ha acabado con la vida de miles de japoneses.
De hecho, se estima que las dos principales causas de muerte no natural (es decir, que no es causado por enfermedad o vejez), son los accidentes de tránsito, y la muerte por exceso de trabajo.
Pero, ¿qué tan altas son las cifras? Para que esto se tome tan seriamente como un problema, y haya una correlación real, debe haber casos suficientes, los cuales, terminan superando toda expectativa. El aproximado de muertes por exceso de trabajo, es de 10,000 al año, una cifra que no pasa por alto.
Es tan reconocido el problema, que tienen una palabra en japonés asignada a este tipo de muerte, que es Kiroshi.
¿Por qué ocurre el Kiroshi?
¿Es acaso, que a los japoneses les encanta trabajar? No, no se trata de eso. El problema surge debido a la gran presión social que cargan los japoneses en sus espaldas. Se espera un compromiso total con la empresa, entrega en su trabajo, y perfección.
“Más que un equipo de trabajo, somos una familia” Seguro lo habrás oído, si alguna vez trabajaste en una de esas empresas que prácticamente te esclavizan, o lo intentan. Horarios más largos de lo acordado en la entrevista, sobrecarga de trabajo, obligaciones que no tienen que ver con tu área de trabajo…
Ok, ahora imagina esto, en una sociedad donde renunciar es casi un pecado. Cuando comienzas a trabajar en una empresa en Japón, te vuelves parte de esa empresa, eres responsable de ella, tienes que dar todo de ti para lograr mantenerla a flote. O al menos, eso es lo que tus superiores te meten en la cabeza hasta que logran lavarte el cerebro.
Ya hemos hablado sobre cómo los japoneses no suelen verse como un individuo, sino como parte de una comunidad o sociedad. Por ello, es completamente normal para ellos y su forma de pensar, el creer que le deben tanta responsabilidad a un empleo.
Y, aunque no tengan un sentido moral hacia sus trabajos, sus superiores los presionan para igualmente aceptar este tipo de trato (o más bien, este tipo de esclavitud).
El problema con las horas extra
Normalmente en las entrevistas se estipulan las horas de trabajo, que suelen ser unas 40 horas semanales, ya que esto es el máximo aceptado por la ley. Sin embargo, esto casi nunca es verdad, a veces en la misma entrevista te dicen que se espera que cumplas con “un par” de horas extra. Otras veces, ni te avisan.
Es común que cuando estemos en el trabajo, estemos pendiente de la hora, para saber cuánto falta para irnos, ya sea porque estamos cansados, aburridos, o porque debemos apurarnos con la carga de trabajo.
En los primeros días, muchas personas tienden a quedarse unos minutos extras, para verificar que todo está bien, y confirmar con su superior la calidad del trabajo. Pero, en muchas de las empresas japonesas, desde los primeros días comienzan a pedirte o insinuarte que hagas horas extra, ¡aun si no tienes nada más que hacer!
Esto se repite hasta que te acostumbras a hacer 15 o 19 horas de trabajo, a pesar de que tu contrato solo pide 10. Lo peor de todo es que no importa si no tienes trabajo. Puedes quedarte revisando Facebook si quieres, pero igual tienes que cumplir con las horas extra.
Muchos empleados no se van hasta que el jefe, o el superior, se vaya, lo que puede ser a las 4 de la tarde, o a las 11 de la noche.
Y aunque quedarse sin hacer nada sentado puede no parecer un problema tan grave, aparte del aburrimiento y el obvio abuso del poder, estas horas extra terminan por afectar las horas de sueño, reduciéndolas o eliminándolas casi por completo. Además que afecta la vida personal, lo que deja al pobre empleado viviendo por y para la empresa.
Aparte de esto, muchas veces se sobrecarga de trabajo a los empleados, se les asigna tareas que poco tienen que ver con su área, o se les pone fechas de entrega imposibles, por lo que el estrés termina pasando factura.
¿De qué forma el exceso de trabajo puede matarte?
La falta de un descanso adecuado, el estrés acumulado y la fatiga, son los principales males que terminan por matar al empleado, mayormente causando problemas cardiacos, independientemente de la edad.
¿Cómo se sabe que es Kiroshi y no una enfermedad?
Si hablamos de un señor de 70 años, teniendo un infarto en medio de un trabajo que le causa un poco de estrés, simplemente se considera como una muerte por fallas cardiacas. Si solo fueran casos como este, el Kiroshi no se tomaría en cuenta.
Pero cuando se trata de jóvenes, recién graduados, o con pocos años en la carrera, que entraron a trabajar completamente sanos, y terminaron con un ataque cardíaco después de hacer 80 horas semanales de trabajo… Esa ya es otra historia.
Es debido a la gran cantidad de jóvenes muriendo de la misma forma, que el gobierno japonés le prestó atención al asunto, dando paso al Kiroshi. Luego de un amplio estudio en el tema, se terminó decidiendo que debían cumplirse ciertos factores para ser reconocida la muerte como una consecuencia del exceso de trabajo.
La principal condición en que el fallecido no tuviera enfermedades mortales, que hayan acortado su vida. La segunda, es que haya hecho unas 80 horas extra en el último mes, o más.
En caso de que la muerte sea confirmada como Kiroshi, el gobierno se compromete a dar a la familia una compensación, y obliga a la empresa a dar otra compensación económica, mucho más alta.
No es como si el dinero fuese a devolver a un hijo, pero por lo menos ayuda a que la empresa se haga responsable hasta cierto punto, y le da la reprimenda necesaria para que replantee su método de trabajo. Por supuesto, si una misma empresa sigue teniendo más y más casos, terminará por ser cerrada, sin importar que tan grande sea.
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