Kintsugi
En Japón, junto a varios países asiáticos, se tienen ciertas posturas filosóficas que son contrarias a la occidental, como es en este caso, el Kintsugi.
El Kintsugi se trata de un objeto, mayormente de cerámica, que se ha roto por una u otra razón, el cual, se manda a reparar con una combinación de resina y polvo de oro. El resultado es muy obvio, resalta a primera vista que el objeto se ha fracturado e incluso perdido parte de sí mismo.
Usualmente, en el caso occidental, lo común es desechar un objeto roto, o, en caso de que sea preciado, o muy costoso, se manda a reparar de tal forma en que no se note la fractura. Un objeto que está roto es inservible, y solo se podría guardar por los recuerdos, tal y como era, por eso, la idea de reparar con algo tan vistoso como el oro, puede resultar un tanto extraña.
No obstante, en Japón se tiene la creencia que la historia del objeto es mucho más importante que su belleza, y aun así, buscan resaltar este proceso de ruptura, al punto en que parece más hermoso luego de la caída. Esta práctica se hizo tan popular en su momento, que muchas personas llegaron a destrozar sus propias piezas de cerámica, para poder mandarlas a arreglar.
Hoy es día, que el proceso se haga a propósito no es muy común, pero si se sigue usando la técnica de Kintsugi cada vez que alguien tiene este tipo de problema.
Su origen
Aunque algunos llegan a pensar que esta es una técnica China, esto está muy lejos de ser cierto. Si es verdad que muchas de las técnicas, conocimientos, costumbres e incluso mitos han sido importados de China, sin embargo, en el caso del Kintsugi incluso hay una leyenda que habla en contra de este país.
En esta leyenda, nos cuentan sobre cierto Shogun del siglo XV, el cual, se había entristecido gravemente luego de que su pieza de cerámica se quebrara. Como nada podía calmar su tristeza, la pieza fue enviada a China, pidiendo que hicieran una reparación digna del objeto más preciado del Shogun.
Lamentablemente, en aquel país se limitaron a utilizar la técnica usual del momento, el engrapado, el cual consistía en agujerear las piezas rotas, para unirlas mediante unas especies de grapas, de tal forma en que muchas veces quedaban algunos huecos de por medio. De esta manera, se podía reparar la pieza, aunque se volvía inútil en ciertos aspectos, dependiendo de la gravedad del caso.
Al llegar al Shogun, este se molestó de gran manera, ya que el resultado era demasiado genérico y simple, arruinando la esencia del objeto. Decepcionado, le pidió a sus artesanos que crearan una técnica capaz de mostrar la belleza detrás de todo por lo que había pasado el objeto.
Con esta orden sobre ellos, los artesanos comenzaron a experimentar, buscando distintas técnicas para reparar objetos, usando, entre estos, la resina. Este era un material que ya se conocía por su capacidad de ser empleado como una especie de pegamento, pero aun así, por sí solo no aportaba ninguna «belleza» como tal, simplemente unía las piezas hasta dejarlo en un estado cercano al original.
Fue cuando decidieron intentar combinarlo con polvo de oro para dar un aspecto elegante y costoso, que dieron con lo que el Shogun quería. Se dice que está técnica le gustó tanto, que mandó a que está se extendiera por todo Japón, como la nueva norma de reparación.
Al principio los japoneses estaban entusiasmados de poder reparar sus objetos preciados de mejor manera, pero con el tiempo, el método se volvió tan popular que muchos comenzaron a romper a propósito sus piezas de cerámica para poder seguir la moda y darles ese acabado único.
¿Cuál es su proceso?
Contrario a lo que puede parecer a simple vista, el proceso no es nada sencillo. Desde conseguir la resina y hacer la mezcla, hasta aplicarla y dejarla secar, cada parte del mismo es un tanto tediosa y tiene una larga duración.
La resina
Para empezar, la resina utilizada es una laca del árbol urushi, planta que produce una sabía lechosa, y resistente, que se crea de forma completamente natural. Está lleva siglos siendo usada por sus propiedades, perfectas para hacer pegamento.
El único problema, y la razón por la que sale tan caro el reparar de esta manera la cerámica, es debido a que el árbol urushi genera tan solo 200 gramos de laca durante toda su vida. Esto nos dice que hace falta de cientos o miles de árboles para poder recolectar, de manera muy lenta, el tan preciado material.
Lo más característico de esta laca, es que es capaz de endurecerse al entrar en contacto con el aire y la humedad, por lo que Japón y sus zonas húmedas son perfectas para la producción y uso de la misma.
El proceso
Lo primero a tomar en cuenta es la recolección del material, al ser la laca cruda una sustancia bastante corrosiva para las personas, debe ser procesada con varias técnicas para que se convierta en algo utilizable para el propósito que tiene. Además, una vez hecho el pegamento, este se mezcla con el polvo de oro, con ciertas medidas para que dé el resultado adecuado.
Una vez lista la resina, se liman las partes rotas de la cerámica, hasta obtener una superficie lisa. Esto tiene la intención de que la resina se extienda mejor sobre la ruptura, para que se pegue de mejor forma.
Al aplicar la resina, se utilizan varios pinceles, usualmente de pelo grueso, como el de la rata, para poder dar una textura al acabado. Hay que tener en cuenta que, aunque la laca se suele secar en segundos al estar en contacto con el aire, la resina ya preparada tarda semanas en secar por completo.
Gracias a esto, se pueden incluir pequeños grabados o detalles para mejorar aún más la pieza.
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