Los Hikikomori, los restos de una sociedad exigente y saturada

Los Hikikomori

Hikikomori

Siguiendo el tema sobre cómo la mayoría de japoneses siguen las normas no escritas, de no decir lo que piensan o sienten realmente, para así evitar ciertos tipos de conflictos que puedan alterar la armonía o paz de la comunidad de la cual forman parte. Esto bien puede ser un trabajo, una comunidad de vecinos, o la propia nacionalidad.

Además de la tendencia de Japón, de querer borrar rasgos de la individualidad al mantener ciertas reglas o conductas que mantienen la uniformidad. Y es que en este país, lo importante siempre será el grupo del cual formas parte, no tú, como persona.

Toda esta constante presión social por ser esa “persona perfecta”, esa “parte fundamental” de un sistema bastante arcaico, llegando a veces a los extremos, de querer expulsar o criticar todo aquello que se salga de la línea trazada.

Por todo esto y más, es que hoy en día existen aquellas personas conocidas como Hikikomori. Los “desechos” de la sociedad, personas que no solo no se ajustan a la norma, sino que, tan cansadas e incluso miedosas del mundo que las rodean, deciden excluirse del mundo.

Los “fracasados”, los “frikis”, los “inadaptados”. Quienes ya no guardan ninguna esperanza de relacionarse con otros, y deciden encerrarse por propia voluntad, viviendo como ermitaños.

Este es el gran temor de muchos padres, ninguno desea que su hijo no solo no cumpla con la expectativa, sino que llegue al punto de hacer suicidio social, negando la más mínima oportunidad de vivir realmente.

La existencia de estos Hikikomori pasa por muchas razones, aparte de la ya mencionada, que de por sí también tiene muchas variantes. Así que en esta ocasión te hablaré sobre los por qué, de un Hikikomori.

 

La era tecnológica

Si bien los Hikikomori no son algo nuevo, cuando le sumamos las distintas tecnologías, redes sociales, y forma de entretenimiento, los números de personas que tienen este tipo de vida se multiplican.

Esto es debido a que ya no solo es un factor social, lo que empuja a estas personas a llevar una vida solitaria, ahora, hay miles de Hikikomori que lo son, solo por el hecho de haber caído en una adicción a las redes sociales, videojuegos, animes, series, etc.

No me malentiendan, no estoy aquí para satanizar estas cosas, ni echarles la culpa. Pero, hay que tener en cuenta, que todo en exceso es malo. Muchos adolescentes, al tener adicción a los videojuegos u otras formas de entretenimiento online, comienzan a pasar cada vez más tiempo en ello, hasta que termina absorbiendo todo su día y noche.

 

Las redes sociales

¿Cuántos amigos por internet has hecho en tu visa? Lo más seguro es que más de uno. Esto no tiene por qué afectar en nada a tu vida fuera de la pantalla, sin embargo, cuando esa persona al otro lado del país, o del mundo, es la única persona que consideras “un amigo” y te sientes rechazado por todos los que conoces en tu vida real… Bueno, la imagen es bastante clara.

El refugiarse en las redes es algo que ocurre desde sus inicios, y el nivel al que puede llegar una persona que necesita de algún tipo de atención, y solo lo consigue gracias a esto, es muy alarmante. Dejando de lado el hecho de que no sabes qué tipo de persona está del otro lado, no es nada saludable para la salud mental este tipo de dependencia.

Hikikomori

El bullying

No cumplir con el estándar de belleza, tener gustos que no se ajustan a las modas, el simple hecho de existir, ya es razón suficiente, según los abusadores, para ir en contra de la víctima. Estos comportamientos, en algunas ocasiones, terminan como un mal recuerdo, que a lo mejor te produce un poco de ansiedad.

Por otro lado, para muchas personas no es nada fácil dejar las cosas en el pasado, y empiezan a desarrollar un temor, o un odio, hacia todo lo que representa el exterior. No querer ir a la escuela por temor a ser lastimado, no querer ir al trabajo por miedo a represalias de un superior, o compañero.

Estar todo el tiempo alerta, llenándose la cabeza de escenarios donde puede llegar a ser violentado de alguna forma, odiando su alrededor, encontrando la paz solo dentro de su casa.

Esto se intensifica si la víctima decide cambiar de colegio o instituto, y aun así, sigue recibiendo el mismo trato en donde llega.

 

Los traumas

En países como Japón, los robos a mano armada, secuestros, violación, intentos de asesinato y otras delincuencias, tienen un muy bajo porcentaje, por lo que es casi imposible que te pase, aunque lleves toda tu vida viviendo allí.

Es justamente por esto, que las personas que son víctimas de estos delitos, suelen tener secuelas de traumas más fuertes (estadísticamente hablando).

Es algo que no pasa por sus cabezas, es algo para lo que nunca pensarían protegerse, como pasa en países menos seguros, donde normalmente te asegurarías de nunca caminar solo a altas horas de la noche, caminar con el teléfono en mano, ayudar a cualquier persona en la calle…

Por ello, estas personas, al igual que las víctimas de Bullying, sufren de un temor u odio hacia el exterior, y lo que pueda pasarles allí afuera.

 

¿Un problema solo de Japón?

No, por supuesto que no. Aunque llamados en japonés Hikikomori, solo es una forma más de llamarle a estos casos. Cada país tiene su propio nombre para el aislamiento social, y su propia forma de tratarlos.

En Japón, lo común es que las personas que viven con el Hikikomori, usualmente sus padres, sientan vergüenza, o piensen que solo lo empeorarán si se entrometen, ya sea por suposición, o porque ya lo han intentado antes. Así que al final simplemente dejan vivir a la persona eternamente encerrada en su cuarto, sin interacción alguna con el mundo real.

 

¿Cómo salir de este problema?

Lo mejor siempre será buscar ayuda de un profesional, psicólogos, psiquiatras y terapeutas, sin embargo, la misma familia puede aportar en la recuperación, apoyando a la persona, instándola de buena manera a salir poco a poco, o simplemente realizando pequeñas actividades en grupo entre ellos mismos.

Cualquier ayuda es buena, para este tipo de casos, pero claro, no es algo de un día para el otro, es un asunto que puede tardar hasta años en resolverse.

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