El machismo en Japón
El machismo en Japón está tan extendido que, curiosamente, esta es una de las pocas cosas que la mayoría sabe o piensa de Japón, aun si no le interesa realmente este país. Todavía puedo oír la voz de mi madre diciéndome que ir a Japón es una tontería, que allí son muy machistas y yo no voy a aguantar eso.
Bueno, para qué digo que no, si es así. Japón es un país con un sistema jerárquico muy marcado, con bases patriarcales, ¿cómo podría no ser machista en este aspecto?
Lamentablemente este es un problema que no se solucionará a corto plazo, y no sabemos con certeza si en el futuro lo hará, ya que en cierta forma, sería como ir en contra de sus propias tradiciones, algo que resulta tan importante para los japoneses que llega a moldear sus vidas.
Aun así, tampoco vayan a pensar que se trata de un machismo extremo, todo lo contrario. En cuestiones de leyes, el hombre y la mujer son iguales, y tienen las mismas oportunidades y derechos.
El problema llega en la práctica, en la vida cotidiana. Una mujer puede trabajar, cobrar lo mismo y decidir no tener hijos, pero puede llegar a ser mal vista por sus conocidos.
Al final, como todo esto se debe a la cultura, no solo es un problema para las mujeres, sino que también afecta gravemente la vida de los hombres, al contar con tanta presión sobre sí mismos.
El machismo en el hogar japonés
Cuando hablo del machismo en el hogar, me refiero a los roles de género que son forzados a permanecer en la sociedad nipona, y que tienen sus inicios en los hogares, de parte de los padres.
Desde pequeños se impone la idea de una mujer delicada y adorable, amable y un poco sumisa. Se espera que el hombre salga adelante, tenga un buen empleo y sostenga a toda la familia, llegando al punto de renunciar a todo por su trabajo.
El mayor problema de todo esto, es que de hecho, ni siquiera es considerado machismo por los japoneses. Para ellos el machismo es maltratar a la mujer, degradarla por completo y no permitirle tener derechos, como pasa en los países islámicos.
Debido a esto, el machismo benevolente no pasa por sus mentes.
Seguir ciegamente las tradiciones
Ya he hablado en varias ocasiones sobre cómo las tradiciones afectan la vida de las personas a un punto en que se sienten obligados a actuar de una manera u otra, aun si no tienen del todo claro el por qué de este comportamiento.
¿Alguna vez te has preguntado por qué la tasa de suicidios es tan alta en Japón? La presión social constante por seguir una serie de lineamientos, normas o creencias, dejando cualquier otro aspecto de la vida a un lado.
Como ejemplo de esto tenemos a los hombres y su relación con el trabajo. Muchos, al tener una familia que depende exclusivamente de ellos, y un rol de género que cumplir, se ven sofocados por sus obligaciones, llegando al punto en que dejan a su familia y amigos de lado, convirtiéndose en adictos al trabajo que solo viven con la intención de crecer dentro de la empresa. Solo viven para eso, todo lo demás pierde significado.
¿No es eso cruel?
Por su parte, las mujeres se ven presionadas a dejar sus carreras cuando se casan, renunciando a sus empleos cuando se casan o quedan embarazadas de su primer hijo. Y las que deciden no casarse, son señaladas constantemente, y presionadas a conseguir una pareja para ser una mujer completa.
Lo gratificante de los roles de género
Una de las razones por las que todo esto no es considerado machismo dentro de las mentes niponas, es el hecho de que muchas personas en realidad aspiran a estos roles, sintiéndose realizados solo si cumplen su deber asignado.
Hablamos de una sociedad que siempre está siguiendo patrones, cuyas mentes son enseñadas desde temprana edad a actuar según el bien común, el de la sociedad a la que aspiran a pertenecer, dejando atrás su individualismo.
Por ello, muchos jóvenes de ambos sexos realmente esperan ser el hombre o la mujer perfectos, dando su grano de arena para formar una sociedad homogénea.
Mujeres que desean que llegue el día de su boda, para dejar de trabajar y dedicarse a los hijos, mientras actúan de forma agradable y dulce, hasta cierto punto infantil, con la intención de ser reconocida como un miembro funcional de la comunidad.
Hombres que hacen todo lo posible para conseguir buenos empleos, con la intención de encontrar a una de estas buenas mujeres, y formar una familia funcional para la comunidad.
Llegamos al punto en que si uno de los dos limita a su pareja, impidiéndole cumplir el rol, entonces esa persona le está fallando a su pareja y sus expectativas. Por ejemplo, si un hombre impidiera que su mujer renuncie a su empleo luego de la boda, sería visto como algo malo, como si no fuera capaz de asumir su responsabilidad.
Por supuesto, recordemos que según la ley las mujeres no tienen la obligación de hacer esto, por lo que pueden seguir trabajando si es su decisión, pero claro, eso no sería bien visto, y muchas llegan a esperar justamente eso con la idea de su matrimonio perfecto.
El acoso
Todo lo mencionado anteriormente no es más que machismo benevolente, es decir, el tipo de machismo que ocurre más por tradición, que por violencia, y que en muchos casos no representan un problema real para los individuos, a menos que se le sea impuesto a la fuerza.
Pero ahora enfoquémonos en un problema de violencia. El acoso que sufren muchas mujeres en Japón.
Puede llegar a parecer que el acoso es algo que ya no sucede, debido a la cantidad de leyes que lo penalizan gravemente, sin embargo, la cosa cambia cuando la víctima no puede, por una u otra razón, demandar.
El caso más común sucede en los trenes, el acoso es tan normal en las horas pico, que muchas mujeres ni siquiera se enteran de quién las toca, por lo que no pueden denunciar adecuadamente.
Para evitar este tipo de casos, se han creado vagones exclusivos para mujeres, para que se sientan un poco más seguras. Por otra parte, han colocado la medida para que todo teléfono en Japón suene cuando se toma una fotografía, para evitar las fotos sin consentimiento que muchos toman en los mismos trenes.
Claro que estas no son medidas que vayan a detener realmente el acoso, aunque ayudan un poco.
Diría que la razón por la que el acoso llega a ser tan frecuente, es la falta de apoyo de parte de las demás personas. La mayoría siempre querrá evitar el conflicto a toda costa, por lo que muchas veces se mantienen neutrales, mirando hacia otro lado.
Y ni hablar del trabajo, donde muchos jefes llegan a usar su influencia para que sus víctimas se sientan en una posición en la que no podrán decir nada, por temor a perder sus empleos.
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