El teatro Bunraku
El teatro Bunraku pertenece a los 4 tipos de teatro tradicional japonés, al igual que el Noh, el Kyogen y el Kabuki, sin embargo, no solo es el más «nuevo» de los cuatro, sino que destaca por no ser interpretado por personas.
El Ningyo Johruri Bunraku se trata de un teatro de marionetas, con todas las características teatrales tradicionales que podemos encontrar en los otros tipos de teatro. Algo que se debe dejar en claro es que, a pesar de tratarse de títeres, las obras no van dirigidas al público infantil, e incluso la mayoría de sus obras son consideradas para adultos.
Con temas bastante depresivos, estas marionetas expresan tantas emociones y actúan con tanta gracia y fluidez que fácilmente pueden parecer vivas. Por supuesto, esta no es una tarea sencilla para sus titiriteros, puesto que para mover a una sola de estas, se necesitan 3 actores que deben de estar perfectamente sincronizados.
¿De dónde surge el teatro Bunraku?
Este tipo de teatro se estableció como tal, junto a sus primeras obras, alrededor del siglo XVIII. No obstante, como es usual, sus inicios básicos vienen de muchos años atrás, en el periodo Heian (794-1185), cuando comenzaron a usarse marionetas como forma de entretenimiento.
En aquel entonces eran utilizados para un tipo de obra más sencilla, con la intención de narrar algunos hechos o mitos. No fue sino hasta el periodo Tokugawa (1603 – 1868), que sus normas y particularidades comenzaron a aceptarse y dar lugar a lo que es hoy en día.
No tardó mucho en extenderse hacia Osaka, Edo (Tokio) y Kioto, consiguiendo gran fama junto a un buen recibimiento por parte de su público. Lamentablemente, el teatro Bunraku pasó por algunos momentos de crisis en los que varios teatros tuvieron que cerrar, pero aun así, el Bunraku permaneció como un arte muy destacado.
Uno de sus peores momentos, así como de los otros tipos de teatro y otras maneras de arte, fue durante la Segunda Guerra Mundial, aunque en el caso del teatro Bunraku, este fue seleccionado por el gobierno japonés como un «tesoro cultural vivo», por lo que fue subsidiado por el gobierno durante un tiempo, permitiendo que este se mantuviera a flote. De no ser por esto, probablemente se hubieran perdido gran parte de las enseñanzas que llevaban siglos construyéndose.
¿Qué tipo de historias se cuentan?
Sus obras se centran en los profundos sentimientos humanos, junto a las contradicciones de la vida. Se trata de historias usualmente con una temática bastante deprimente, entre ellos, el amor no correspondido, los suicidios, la lealtad al punto de morir por otros, y mucho más.
Mientras que otras formas de teatro japonés suelen mantener al mínimo los movimientos y gestos, el Bunraku se destaca justo, por lo contrario, con marionetas que se mueven de forma demasiado realista y enérgica. Con los tres titiriteros actuando de manera perfecta, casi pareciera que es la marioneta quien los controla a ellos, y no al revés.
¿Cuál es la preparación de los actores?
Los tres titiriteros de cada marioneta se dividen en tres rangos, que se miden según la cantidad de experiencia y habilidad del mismo. Recordemos que en Japón no se considera a alguien un «verdadero experto» hasta más de 30 años de práctica constante, y aún entonces, se piensa que nunca es un «maestro absoluto», puesto que siempre se puede mejorar aún más.
En los titiriteros, esto también aplica, por lo que cuando hablamos de un «novato», fácilmente podríamos referirnos a alguien que «apenas» tiene unos 9 o 10 años en la profesión. Este es el caso de los Ashizukai, es decir, los «aprendices», que se encargan de mover las piernas de la marioneta.
Antes de siquiera llegar a esta posición, se debe pasar por dos a cuatro años de entrenamiento con un maestro, o en una academia, dónde se dedicará a imitar y ensayar hasta que se le considere adecuado. Sin olvidar, claro, que aun cuando se le considera «el puesto más bajo», sigue siendo una posición de gran importancia y sumamente difícil de conseguir, que lo preparará para su siguiente reto.
La segunda posición, es la del brazo izquierdo, llamado Hidarizukai. Esta persona se encarga solamente de esta extremidad, es el paso intermedio, que suele tomarse entre los 10 y los 15 años de experiencia actoral.
Aun cuando manejar una única extremidad pueda parecer sencillo, la precisión y la sincronización son clave. Tanto la segunda como la tercera posición deben entender las señales que les da la persona líder, y actuar a la perfección para así lograr este movimiento tan «humano».
La primera posición es para aquel que mueve la cabeza y el brazo derecho de la marioneta. Este es quien debe mandar cada señal, a la vez que se enfoca en su propio movimiento, cosa que coloca un mayor peso en sus hombros.
Las personas que llegan a este punto, son las que llevan más de 20 años de experiencia y han demostrado tener la capacidad para convertirse en maestros de este arte. Es un recorrido muy largo y difícil, cosa común en la mayoría de las artes tradicionales japonesas, pero, aún con esto, muchos jóvenes están más que dispuestos a dar su vida entera por llegar a tal punto.
Los músicos y el narrador
Por último, tenemos a las otras dos partes cruciales del teatro Bunraku, los músicos y el narrador.
La música no podía faltar en una obra teatral, y sin duda alguna, el shamisen, un instrumento japonés de tres cuerdas perteneciente a la familia del laúd, transmite perfectamente cada sentimiento en la obra, guiando al espectador, y a las propias marionetas. Su sonido suele ir antes o después de las acciones de las marionetas, lo que aumenta el protagonismo de las mismas, cuando este se queda en silencio.
Por su parte, el narrador no es para nada lo que cabría esperar. Lejos de simplemente contar la historia, se encarga de hacer las voces de cada personaje, llorar, reír y gritar, con voces adecuadas para cada uno.
Es un gran espectáculo escuchar a uno de estos narradores, capaces de interpretar hasta 15 personajes en una misma obra. No es de extrañar que su periodo de aprendizaje sea incluso más largo que el de los titiriteros, con alrededor de 5 años para presentarse en la más simple de las obras.
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